En un mundo donde el impacto ambiental es una preocupación creciente, la moda moderna ha comenzado a transitar hacia la sustentabilidad como una necesidad más que una tendencia. Sin embargo, el cambio no es fácil para una industria que históricamente ha priorizado el consumo rápido sobre la conciencia ecológica. Hoy, más que nunca, los consumidores y las marcas tienen el desafío de redefinir el concepto de estilo, integrando prácticas responsables en cada etapa de producción.

Un Problema de Escala Global

La moda, particularmente el segmento del fast fashion, ha sido señalada como una de las industrias más contaminantes del planeta. Según datos de la ONU, esta industria es responsable de alrededor del 10% de las emisiones globales de carbono y produce aproximadamente 92 millones de toneladas de residuos textiles cada año. A esto se suma el alto consumo de agua, necesario para cultivar algodón y teñir tejidos, lo que exacerba la crisis hídrica en muchas regiones del mundo.

El Cambio de Paradigma: De la Cantidad a la Calidad

El modelo tradicional de la moda, basado en colecciones rápidas y precios accesibles, ha comenzado a perder atractivo frente a un consumidor más informado. Hoy, el público busca marcas que ofrezcan calidad y longevidad en sus productos, pero que también garanticen procesos éticos y responsables. “Menos es más” se ha convertido en el lema de una generación que privilegia la inversión en prendas duraderas y fabricadas bajo estándares sostenibles.

Empresas emergentes y grandes casas de moda están adoptando materiales reciclados, como el poliéster obtenido de botellas plásticas, o innovaciones como el cuero vegano hecho a base de hongos. Incluso los gigantes de la industria, como Adidas y Nike, han integrado colecciones creadas con tejidos reciclados, marcando una pauta para el resto del mercado.

El Rol del Consumidor en la Sustentabilidad

Aunque las marcas tienen una responsabilidad crucial, el cambio no será posible sin la participación activa de los consumidores. Elegir prendas de segunda mano, priorizar marcas con certificaciones ambientales y reducir el consumo innecesario son acciones concretas que cada persona puede tomar para reducir su huella de carbono.

Además, plataformas de reventa como Vestiaire Collective o ThredUp han democratizado el acceso a la moda circular, permitiendo que los consumidores prolonguen la vida útil de sus prendas y accedan a piezas únicas sin contribuir a la producción masiva.